CRISE POLITICA NO PARAGUAI

28/06/2012



ADCE Paraguai

Debemos confiar de nuevo.
Nuestro país está pasando por un periodo nunca antes vivido. Leyendo las opiniones, conversando con amigos, familiares, miembros del sector empresarial las posiciones están muy divididas, hasta polarizadas,  en torno a los acontecimientos que llevaron al juicio político y a la destitución de Fernando Lugo. Más allá de cualquier análisis o comentario en torno a los sucesos, quiero expresar el profundo sentimiento de tristeza que me embarga, pero a la vez con una esperanza que como cristiano debemos tener.
Hace apenas algunas semanas, estuve en las plazas demostrando mi indignación por la pretensión del Parlamento y de los partidos políticos de asignarse una inmensa cantidad de recursos destinados a sus operadores a través de la justicia electoral. Me adherí también a la protesta contra las “listas sábana”, y me regocijé con el florecer de la participación ciudadana.
Mi pesar tiene que ver,  con las excelentes personas que decidieron contribuir con la Patria y apostar al gobierno de Fernando Lugo, que estaban haciendo una excelente gestión y hoy se están retirando del Gobierno. También mi pesar, con esa división que se ha instalado en la sociedad y hasta en las familias paraguayas. Hasta las redes sociales, que semanas atrás nos unían en la participación y el compromiso, explotan hoy en reproches mutuos, en agravios y en intolerancia. Si este es el resultado de lo acontecido, tengo la impresión de que hemos retrocedido en una convivencia, difícil y a veces áspera, pero hasta ahora trabajosamente lograda.
Cuando protestábamos contra la codicia de los parlamentarios (quiero aclarar que no todos), nos avergonzábamos de esa clase política que perseguía intereses mezquinos antes que el bien de la nación. La semana pasada, esos mismos legisladores se pronunciaron por la destitución de un presidente. Hasta un par de días atrás, nada hacía suponer ese desenlace. Creo que la mayoría de los paraguayos, esperábamos que Fernando Lugo terminara su período presidencial sin mayores sobresaltos. Pero en mi caso, y en el de esa mayoría, no estuvimos dispuestos a mover un dedo para impedir el cambio de  su gobierno. 
Es que, si el Parlamento había perdido autoridad moral para erigirse en juez del Presidente, éste carecía a su vez del respaldo de una conducta ética y política consecuente con las expectativas que depositó en él la ciudadanía, harta de la corrupción de los gobernantes anteriores.
Acostumbrados como estamos a dejarnos llevar por simpatías o antipatías, llegamos a una situación en que no nos simpatizan ni los acusadores y jueces ni el acusado:   pero más allá de nuestros afectos o desafectos, tenemos que admitir que estamos ante un hecho consumado. El propio ex presidente tuvo un gesto de dignidad al acatar la decisión de apartarlo del cargo, gesto que seguramente evito males mayores; pero, como tantas otras veces a lo largo de su mandato, Lugo mudó de opinión, y volvió a introducir un elemento de incertidumbre y de intranquilidad con su posterior decisión de resistir.
Debemos reconocer que el nuevo Presidente ha actuado con prudencia y moderación, evitando caer en la provocación de los desplazados, y ha realizado una serie de designaciones que responden a una pauta de capacidad, experiencia y honestidad. Si este proceder se mantiene, pese incluso a las injustas presiones internacionales, habrá motivo para alentar la confianza que la clase política nos ha arrebatado.  
Buscando rescatar lo positivo de esta maraña, cabe destacar también  la sensata intervención de los Obispos miembros de la cúpula de la Conferencia Episcopal Paraguaya. Aunque incomprendidos por haber pedido al ex mandatario que renuncie antes del juicio político, lo cierto es que la gestión de los pastores estuvo motivada por el imperioso anhelo de pacificación de los espíritus. Esa es la consigna que, ante la situación presente, deberíamos asumir todos los paraguayos, y en especial quienes desde la fe cristiana imploramos el don de la Paz y Esperanza que nos impulsa a volver a creer.

  • Acompanhe a ADCE:
Parceiros
  • 18 Comunicação
  • 2004 Comunicação
  • Grupo Ápia
  • Arquidiocese de BH
  • Grupo Asamar
  • Construtora Barbosa Mello
  • Castro Máximo & Pereira Advogados Associados
  • Diário do Comércio
  • FDG
  • FIEMG
  • Gráfica o Lutador
  • Instituto Aquila
  • Interface Comunicação
  • JAM
  • Olyva Digital
  • Mandatum Consultoria Jurídica
  • Mercado Comum
  • Mirian Dayrell
  • Moura Tavares Figueiredo Moreira e Campos - Advogados
  • Rede Catedral
  • Sicoob
  • Solutions
  • Tv Horizonte
  • VOC
Estas empresas acreditam na missão da ADCE

Rua Fernandes Tourinho, 487 - Sala 202 - Funcionários - Belo Horizonte / Minas Gerais - CEP: 30.112-000
Tel.: (31) 3281-0710 – (31) 98988-3079