Queridos amigos de UNIAPAC

Agradezco la confianza que han depositado en mí al indicarme para esta importante misión.

Sin duda, será la tarea más importante que voy a tratar a partir de octubre.

Soy consciente de mis limitaciones y sólo puedo aceptar esta posición porque estoy seguro de que contaré con la ayuda de compañeros competentes que integrarán el nuevo Consejo de UNIAPAC LA, los ex presidentes y sobre todo con la protección de Dios.

Vivimos en una época de grandes retos y oportunidades en UNIAPAC LA.

Cuanto más el mundo evoluciona con noticias técnicamente fantásticas que facilitan la comunicación se reducen más las relaciones personales.

Prevalecen el individualismo, el egoísmo, las relaciones frías y la falta de amor con el prójimo.

Los países desarrollados se desenvuelven a una velocidad mayor que los subdesarrollados. En el siglo pasado, pocos países han logrado salir de la condición de sub desarrollados para unirse al selecto grupo de los países desarrollados.

Las personas se vuelven más ricas a una velocidad mayor que los pobres se vuelven menos pobres ampliando la vergonzosa brecha social del mundo.

La búsqueda de resultados a corto plazo hacen con que los empresarios intenten maximizar las ganancias presentes deteriorando las perspectivas del futuro, agravando las incertidumbres y empeorando la crisis financiera global.

El mundo del siglo veintiuno ha cambiado. Es un cambio de época, definitivo. Las demandas de las personas y de la sociedad son otras, y el modelo antiguo ya no funciona más.

Es en este contexto que la UNIAPAC se presenta como una entidad casi revolucionaria porque propone nuevas herramientas, hasta entonces no conocidas por las personas de negocios y con la audacia de proponer maneras de curar la crisis y liderar la construcción de la civilización del amor.

La rentabilidad real, la productividad,

la competitividad y la sostenibilidad del negocio provienen de la aplicación de una gestión basada en los valores cristianos, tan brillantemente expuesta en el libro "La rentabilidad de los valores".

Hemos recibido esta buena noticia. Nosotros recibimos el don de la vocación de los hombres cristianos de negocios. Tenemos la obligación de comunicar estas novedades y enseñanzas a nuestros hermanos, como es el objetivo de la Conferencia de Beirut.

Tenemos un papel histórico y no podemos arriesgarnos a pecar por omisión.

Tenemos que ser persistentes, para transformar las empresas para que valoricen e incluyan a las personas, respeten el medio ambiente y a la sociedad.

Tenemos que gestionar con amor, solidaridad, subsidiariedad, armonizar la familia con el trabajo. Promover a las personas, pues solamente ellas pueden hacer  con que las empresas y el mundo sean mejores.

Como nos dijo hace unas semanas el profesor Zamagni en el “Think Tank” de la Fundación UNIAPAC en Buenos Aires, los políticos no tienen humildad, y sólo piensan en sí mismos.

La Academia comete errores y no tiene sensibilidad con las cuestiones de la vida cotidiana.

Resta a nosotros, empresarios cristianos, la responsabilidad histórica, y la responsabilidad civil de promover cambios radicales y transformar el

mundo de los negocios y la economía.
Pidámosle a Dios que nos dé sabiduría, inteligencia y persistencia para seguir adelante con esta misión.

Cuento con todos ustedes para que con fe y entusiasmo conduzcamos el destino de UNIAPAC LA de la misma forma con que nuestros antecesores lo hicieron hasta aquí.

Nosotros somos la sal de la tierra, la luz del mundo, y los pescadores de hombres.

Este es el mensaje que hemos recibido de Jesucristo, esta es la fe que profesamos y es la fuerza que nos hará llevar enfrente el trabajo de UNIAPAC.

Muchas gracias a todos ustedes y que Dios nos proteja.